Me ha gustado tu artículo.
Me dan miedo las competencias educativas, esgrimidas como la penúltima lámpara de aladino, el faro que nos lleva a una mejora de la calidad educativa. Puede ser, pero tengo mis reservas. Ahora sólo vale el resultado, quien lo obtenga es competente, quien no lo obtenga es... Nunca el lenguaje ha sido neutro, ni tan siquiera inocente.
Si entendemos que el fin último de un sistema educativo es conseguir una sociedad mejor ( más justa, más honesta, más trabajadora, más libre, más igualitaria...), ¿qué competencias deberíamos desarrollar? Suena bien eso de espíritu emprendedor, pero me gusta más espíritu solidario, claro que este último no lo ha dictado ningún grupo económico de poder, quizá no responda a sus intereses particulares, quizá no se habría llamado competencia, sino desarrollo personal.
Sólo productivo, sólo productos, sólo tareas, con ello seguro que conseguimos mejorar cualquier informe que nos pongan por delante, y si las actividades o tareas o proyectos están relacionadas con lo que el informe pide, ni te cuento. De ahí a deducir que hemos conseguido un desarrollo integral del alumno... Pobres disciplinas artísticas, ¡qué poco futuro tenéis!
La crisis que padecemos no ha sido, como leí una vez, por falta de economistas, matemáticos... A lo mejor ha sido por egoísmo, desmedido afán de lucro, individualismo...
¿Qué falla en esta sociedad? ¿Qué podemos hacer desde la escuela?
Si, primero es la persona, no pongamos la carreta delante de los bueyes.